martes, 11 de enero de 2011

Paternidad a la Chilena (O el "Chilean Way" de los abusados)

Cuando dejamos atrás un año de celebraciones patrias, banderas llenas de barro, y análisis internacionales sobre un “Chilean way” que se acomoda en el sur de una América doliente, deslumbrados por un gobierno bien “A la Chilena” que saquea los terrenos de cientos de damnificados de nuestras costas para fines turísticos, entregándoles a cambio mediaguas sin agua ni luz, en este modo patrio de convertir la injusticia social en Shows de televisión internacionales: honramos una táctica añeja basada en la conquista, la invasión a costa de estafas, excesos y por supuesto crímenes de lesa humanidad que vienen desde la cuna.

Por Amanda Durán 
www.Asadodecostilla.cl



Esta empresa/país nació del abuso, por eso no puede extrañarnos que construyamos nuestros núcleos en torno al mismo parámetro: Desde que Pedro de Valdivia entregó a sus compañeros “tierras con indios” y no tierras junto a comunidades, convirtiendo a esos hombres en propietarios tanto de la tierra como de su gente, desde ahí se instaura la lógica del poder y el engaño. A nuestro país llegaron hombres solos, españoles adolecentes que abandonaban a sus familias en pos de la codicia, machos que no tenían nada más en su vida que una inagotable ambición, esos que en este país tuvieron hijos que por supuesto no reconocieron, niños que se multiplicaban huérfanos estableciendo un nuevo concepto de familia: la madre soltera, esa que se hizo cargo de los críos con la soledad concreta de los violentados.



En nuestros días es común todavía que el macho chilensis tenga hijos en varias camadas, y es habitual que a más de alguno apenas lo conozca. Padres que se vanaglorian así de su cualidad fertilizadora, no pasan de ser donadores de esperma que al mismo modo que los violentos conquistadores potencian un egoísmo mórbido del que se nutre una sociedad vil e injusta.

Es cierto que este fenómeno no puede tener denominación de origen en un solo país, aun así no podemos negar que la naturalidad con que se enfrenta al abandonador en estas tierras lo convierte en un producto made in chile, una vergüenza patria que refleja algún trastorno emocional o espiritual que como una enfermedad venérea se perpetúa de generación en generación.

Estos padres que no crían pero que asumen, algunos, su condición de proveedores, son los mismos que deciden las leyes que acatarán sus hijos no reconocidos y los no reconocidos hijos de esos hijos. Ante esta insolvencia espiritual, poco puede pedírseles que entiendan a las comunidades indígenas, a las poblaciones de pescadores y artesanos, a los miles de pueblos fantasmas que hoy son el paisaje natural de esta parte del mundo.

Nos queda, sin embargo, la esperanza en la rebeldía, la subversión del niño que se sabe no deseado y asume desde ahí su propia individualidad.

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