miércoles, 11 de agosto de 2010

El sueño de la Vida Propia



Si en algún minuto de tu vida te imaginaste cultivando tu propio huerto, alimentando a tus hijos y nietos de tomates reales, nutridos de agua y tierra (no los mutagénicos tomates con pescado que encontramos en el mercado), llevando a tu mesa lechugas, acelgas, albahaca o cualquier fruto de la tierra que aparece en cada cuento de niños cuando la princesa va a pasear al parque entre pajaritos y venados… entonces, es momento que te hagas cargo de ese sueño, antes que sea demasiado tarde.


Por Amanda Durán, para AsadodeCostilla.


En Valparaíso hoy pasan muchas cosas, pasan los estudiantes movilizados cada 21 de Mayo, pasa el periodismo alternativo hermanado en las radios comunitarias más importantes del país, pasan las noches en el Roma, el Cinzano o la orilla de la playa, pasan las olas esculpiendo las rocas de Playa Ancha, y pasan nuestros diputados y senadores masticando el proyecto de ley de “Derechos de Obtentores Vegetales”, proyecto que a muchos nos puede costar el sueño de un futuro “medianamente decente”.

La ley de “Derechos de Obtentores Vegetales”, herencia que el gobierno de nuestra querida ex-presidenta cedió a la agradecida administración actual, implica que transnacionales y grandes corporaciones se apropiarán de la biodiversidad agrícola y silvestre del que hasta hoy conocemos como nuestro país.

Monsanto y Syngenta son las dos corporaciones que a nivel mundial se han visto más favorecidas con la proliferación global de la privatización de semillas, y la autorización de transgénicos, nocivos para nuestra vida y sin embargo a pasos de declararse en nuestro país como “libres de impacto ambiental”. Con esto estas grandes empresas internacionales podrán patentar –como ya ocurrió en México- semillas de nuestras cosechas, contaminarlas y propagarlas a su antojo. De ahí en adelante, si aun estás interesado en cosechar tu propio huerto, deberás pagar a estas firmas importantes sumas de dinero, considerando que de pronto son “dueños” de tus tomates, papas, lechugas y naranjas, de lo contrario tus plantaciones serán consideradas ilegales y podrán ser completamente destruidas, arrasadas, fumigadas o expropiadas.


¿Que qué riesgos corremos?


Junto con perder definitivamente nuestra soberanía alimentaria, al aceptar que estas leyes se hagan realidad condenamos a los campesinos a pagar “tributo” por el trabajo con el que han sustentado no solo su vida sino, con el que han enriquecido a la tierra; perdemos el derecho a la información sobre lo que comemos y con esto perdemos el derecho a la salud; Las semillas chilenas tendrán que ser compradas al extranjero, lo que augura una brecha infranqueable entre ricos y pobres; Nuestra vida estará en manos de quienes más daño han hecho a nuestro planeta, perdemos así el derecho a la vida; Nuestro sueño de un futuro feliz en el campo se aproxima a la pesadilla aterradora de ciudades mutantes donde son nuestros propios nietos quienes sufrirán el primer impacto.


Infórmate, difunde y actúa, nuestra tierra está en sus manos, ayúdanos a explicarles por qué nos gusta tanto la vida y por qué no queremos perderla.

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