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Las carne aun apesta a ese olor a serpentina que dejó la última caravana, el recién electo daba golpes en el camión de carga con la corbata suelta, casi borracho; las mujeres repintadas, revolviendo ese pelo amarillo paja, esos labios manchados a gritos, se revolcaban a codazos para besar al esperpento. En la calle todavía están las fotos, los catálogos con instrucciones explícitas de votarlo a él, los árboles con las ramas rotas de propaganda y el viento, sobretodo el viento.
Te da pena pasar cerca de
“la gente vota cada vez más por la persona” asegura el héroe de la jornada levantando la insignia azul de su partido. La señora guarda en su corpiño de seda química el pelo que le arrancó a la fuerza, ahí lo revuelca estrujando al pecho como para siempre.
Tu, esperas en la estación la 227 hace quince, y sin dolor ni entusiasmo, abres el bolso buscando el chocolate que crees que guardaste.
(Diseño Ma.Lu)
1 comentarios:
hola, empatizo con esa mirada
saludos
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